Perteneciente al monasterio de San Rosendo, esta finca singular de 12 hectáreas, ofrece un entorno natural exclusivo, con arboleda autóctona centenaria. Completamente cerrada con un muro de sillería de 3 metros de altura (consta de doble muro, en el interior formado por cachotes y en la parte exterior por piedra de perpiaño), con una longitud de 4 Km, bordeando en algunas zonas un rio truchero y con un gran bosque de robles y castaños.

Se puede disfrutar de una privacidad total, dando largos paseos y disfrutando de preciosos rincones, donde el único ruido es el sonido de los pájaros. Consta de una alberca de gran tamaño que distribuye el agua para toda la finca. También paseando por la finca se encuentra una preciosa capilla con bancos de piedra alrededor y rincones para descansar y olvidarse del estrés. Solo reina la paz y el silencio.